Jue. Oct 3rd, 2024

Un joven comienza en una nueva escuela y recibe una lección de historia de su abuela, interpretada por Helen Mirren.

El mundo de la literatura infantil es más complejo de lo que muchos podrían imaginar. Un ejemplo de esto es la novela de 2012 «Wonder», escrita por R.J. Palacio, que ha generado varias secuelas o derivaciones hasta la fecha. «Wonder», que cuenta la historia de Auggie, un niño que padece el síndrome de Treacher Collins y sufre el acoso de sus compañeros, fue adaptada al cine en 2017 con bastante éxito. Ahora, “White Bird”, una inesperada precuela, se basa en una novela gráfica de 2019 del mismo nombre, que explora la historia de la familia de uno de los antagonistas de Auggie en «Wonder».

Sí, leíste bien. «White Bird» comienza con Julian, un recién llegado a la cafetería de una escuela de élite, dividido entre el impulso de ser amable con un estudiante marginado y el deseo de sentarse con los chicos «populares» y elitistas. Julian ha llegado a esta escuela tras ser expulsado de su anterior centro por haber acosado a Auggie. Al regresar de su primer día en la nueva escuela, descubre que sus padres no están en casa, pero su abuela (Helen Mirren), que ha venido de París, le espera. Ella decide compartir con él una historia.

La historia que le cuenta es sobre su juventud en Francia, durante la ocupación nazi, cuando fue escondida por un bondadoso joven llamado Julien, y cómo el destino de ambos se entrelazó durante ese periodo tan oscuro. El director, Marc Forster, ambienta esta parte de la película en una versión cinematográfica de Francia, un país donde se habla inglés; un inglés que algunos actores pronuncian con acento francés y otros con acento británico. Los detalles históricos son presentados a través de un diseño de producción estilizado y una cinematografía pulida.

Se podría argumentar que Forster y su equipo han adaptado la narrativa para hacerla más digerible para un público joven, suavizando los horrores del Holocausto. Sin embargo, lo que más resuena en esta película es un enfoque emocionalmente cargado, que parece diseñado para mover las fibras sensibles de la audiencia más que para ofrecer una reflexión profunda sobre la historia que se cuenta